Monasterio de San Pedro el Viejo

Por otra parte, Huesca era sede episcopal desde el siglo VI, en la época de dominación islámica el obispado se refugió en Sasabe a la espera de la recuperación del territorio, aunque esta iglesia siguió manteniendo cierta actividad. En 1096, cuando Pedro I de Aragón conquistó la ciudad de Huesca al islam, se recuperó aquella antigua iglesia y ya entonces se conoció con el apodo de “el Viejo”. En ese momento, el lugar fue entregado a los benedictinos de Saint-Pons-de-Thomières (Languedoc), donde establecieron un priorato. La cesión fue confirmada por el propio Pedro I (1098) y por el papa Pascual II (1107).

La iglesia es, básicamente, románica, con tres naves y tres ábsides, tiene acceso por el norte, donde hay una puerta con un tímpano con dos ángeles que sostienen un crismón. Una segunda puerta, que comunica con el claustro, tiene un tímpano dividido horizontalmente en dos registros: arriba otro crismón con ángeles, y debajo la escena de la Epifanía, a modo de dintel. El claustro es rectangular y presenta el resultado de las obras de restauración que se realizaron en el siglo XIX. Una parte importante de los capiteles son modernos, la galería meridional y la de poniente son las que conservan más capiteles originales, los demás se conservan muy deteriorados en el Museo Provincial de Huesca.