El monasterio de las clarisas de Tordesillas tiene su origen en un palacio levantado por Alfonso XI de Castilla para recordar la batalla del río Salado (1340), en este lugar residió Leonor de Guzmán, amante del rey, y una vez ésta murió pasó a manos de la reina viuda María de Portugal, finalmente fue propiedad de María de Padilla, amante de Pedro I el Cruel quien lo dejó en testamento (1362) a las clarisas con el fin de establecer un nuevo monasterio de aquella orden. El convento fue fundado por la infanta Beatriz de Castilla en 1363 con el visto bueno real y una bula papal que lo autorizó en 1365.

Aunque aquel cambio que significó el paso de palacio real en convento de clarisas, el monasterio no se desvinculó de la corona, a su lado se levantaría un nuevo palacio y los reyes continuaron muy vinculados a Tordesillas, favoreciendo la comunidad. Para las nuevas funciones de la casa, se adaptó el palacio como monasterio utilizando una capilla provisional (el Coro Largo) hasta que se levantó a su lado la iglesia monástica, a finales del siglo XIV y comienzos del XV. Globalmente se trata de una construcción con elementos decorativos del estilo mudéjar que aún conserva buena parte de su valioso patrimonio mobiliario.