En 1347 el obispo de Aviñón estableció un cementerio en
este lugar, donde fue enterrado san Pedro de Luxemburgo,
cardenal fallecido en 1387 a los diecisiete años de edad
en Villeneuve-lès-Avignon y en olor de santidad. Gracias
a la devoción despertada por este personaje se levantó
una capilla en el lugar de su sepultura. En 1392 el papa
de Aviñón Clemente VII comenzó la construcción de un
monasterio de celestinos en ese mismo lugar, con la
participación de Carlos VI de Francia. Además de Pedro
de Luxemburgo, desde el 1674 la iglesia de este
monasterio también acogía las reliquias de san Benito de
Aviñón (saint Bénézet) que la tradición lo hace
constructor del puente que lleva su nombre y que desde
el 1669 se conserva parcialmente. Con la Revolución, los
restos de los dos santos se trasladaron a la iglesia de
Saint-Didier mientras que el monasterio se convertía en
cuartel. Ahora es de propiedad pública. |

El convento de los Celestinos
de Aviñón |

Celestins
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