Convento de San Francisco de Teruel

El mismo año de 1220, asistieron a un capítulo de la orden, celebrado en Zaragoza. Hacia 1228 los dos religiosos se habrían desplazado a Valencia, de acuerdo con su afán de extender el cristianismo en tierras infieles, donde fueron martirizados y enterrados. En 1238, Jaime I entró en aquella ciudad, poniendo fin a la larga dominación musulmana. Fue el mismo rey quien dispuso que las reliquias de los santos fueran trasladadas a Teruel, donde se había desarrollado una reducida comunidad franciscana, que continuó en San Bartolomé hasta que, en 1391, el arzobispo de Zaragoza, García Fernández de Heredia (1383 -1411) impulsó la construcción de un nuevo convento e iglesia, ésta aún conserva la estructura de aquella época. Las dependencias conventuales se levantaron a principios del siglo XX.