A pesar
que no es hasta el año 902 que se encuentra la primera
referencia directa a este monasterio, la tradición sitúa
su fundación en época mucho más antigua. Antonio de
Yepes en su Coronica general de la orden de San
Benito publicada en 1609, indica que Cardeña fue
fundada en 537 por monjes venidos de Italia en época de
Benito de Nursia (c480-d547) y que sería el primer
monasterio benedictino de la península. Otras
narraciones sitúan esta fundación en épocas más
cercanas, como en el siglo VIII. Sin descartar
completamente un origen muy antiguo, Cardeña habría sido
fundado, o refundado, durante el reinado de Alfonso III
de Asturias (866-910) y fue protegido por el mismo
monarca.
Es en este contexto que el 902 el conde Gonzalo Téllez
hizo una donación al monasterio. Cardeña se habría
desarrollado de manera rápida, lo que le habría
permitido su participación en la fundación del
monasterio de San
Martín de Albelda (La Rioja), hacia el 924. Se sabe
también que el año 934 el monasterio fue atacado y
destruido en el transcurso de un ràtzia encabezada por
Abderramán III, hecho en el que perdieron la vida monjes
de la comunidad, que las crónicas posteriores cifrarían
en 200, que tendrían la consideración de mártires. |

San Pedro de
Cardeña
Fachada del monasterio |

Benedictinos

Trapenses
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San Pedro de
Cardeña
Fachada del monasterio |

San Pedro de
Cardeña
Fachada de la iglesia |
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Se
recuperaría con rapidez de la sacudida gracias al apoyo
económico de la nobleza especialmente del conde Fernán
González (c930-970) quien se relaciona también con la
recuperación de San Pedro de
Arlanza (Burgos) y otros monasterios. Aparte de la
nobleza y la monarquía también fue un lugar privilegiado
por la autoridad episcopal, se considera que algunos de
los obispos de Burgos habían sido monjes de Cardeña.
Entre los siglos X y XI la casa iría adquiriendo
prestigio y poder a pesar de sufrir también algunas
incursiones islámicas. Entre los años 1056 y 1086
gobernó el monasterio el abad Sisebuto, época que se
considera que fue la más prestigiosa y próspera hasta el
punto que más adelante este abad adquiriría la
consideración de santo. La tradición del monasterio lo
vincula también con la figura de Rodrigo Díaz de Vivar,
el Cid, alrededor del cual más adelante se tejería su
leyenda. El Cid murió en Valencia en 1099 y fue
enterrado en la catedral de aquella ciudad pero luego su
cuerpo sería trasladado a Cardeña, donde se conserva su
cenotafio. |

San Pedro de
Cardeña
Interior de
la iglesia |
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Con el siglo XII llegaría una época de
estancamiento y decadencia, hasta el punto de
que el 1142 quedó vinculado a Cluny como
priorato suyo pero pocos años después
recuperaría su independencia. De esta época se
conserva, aunque desmembrado y repartido en
varios museos, el Beato de San Pedro de
Cardeña que se sitúa cronológicamente en el
último cuarto del siglo XII. Durante los siglos
XIII y XIV la situación del monasterio no mejoró
y en 1502 ingresó en la Congregación Benedictina
de Valladolid. El monasterio mantuvo su
actividad hasta la supresión a causa de la
desamortización de 1835 cuando quedó sin
actividad monástica durante muchos años, aunque
hubo intentos de recuperación de la actividad
religiosa. En la época de la Guerra Civil el
monasterio sirvió de lugar de internamiento de
prisioneros y una vez dejó esta función, en 1946
llegó una nueva comunidad monástica, trapense,
que aún se mantiene activa en Cardeña. |

Alfonso III de Asturias, el Magno
Pedro Perret (1638)
Biblioteca Nacional de España |
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San Pedro de
Cardeña
Capilla de los
Héroes |

San Pedro de
Cardeña
Cenotafio del
Cid |
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