Monasterio de Santa María de Carracedo

Inicialmente, el lugar fue conocido como San Salvador de Carracedo. En esa época, la comarca del Bierzo era lugar de refugio de muchos monjes que huían de sus monasterios situados en lugares más expuestos a las razias islámicas que asolaban las tierras de León y que sufrieron su destrucción. Uno de esos monjes era Sampiro, que tenía una fuerte vinculación personal con el rey y la corte. Seguidamente, la dotación inicial se amplió con nuevas donaciones en forma de tierras y, en 995, le fue entregado el monasterio de San Salvador de Covas. Este pequeño monasterio había sido fundado por Abregón Ioannes hacia 990, también a instancias de Bermudo II.

En 1138, Santa Marina estaba desbordado a causa del éxito, lo que impulsó el traslado de la comunidad al antiguo monasterio decadente de Carracedo, mejor situado. Éste quedó como centro principal de donde dependían otros monasterios, y Santa Marina como priorato de éste. Esta operación fue dirigida por la infanta Sancha Raimúndez (c 1095-1159) que desde San Isidoro de León ejercía la tutela sobre muchos monasterios del entorno. De repente, el casi desaparecido monasterio de Carracedo, que quizás sólo mantenía el culto, se convertía en el centro de un poderoso dominio monástico con influencia sobre un amplio abanico de monasterios distribuidos sobre todo por la zona leonesa, Galicia y Asturias.

Después de una época de dudas y actuaciones encaminadas a la afiliación del monasterio a la orden del Císter, ésta no se hizo efectiva hasta 1203, con una bula de Inocencio III, cuando Carracedo se convirtió en cisterciense, con dependencia de la abadía de Cîteaux (Borgoña). Sería conocido ya oficialmente como Santa María de Carracedo. Esta nueva afiliación se extendió a la mayoría de los monasterios que dependían de Carracedo, otros lo habían formalizado anteriormente, y algunos fueron más reacias.

En el siglo XIX el monasterio sufrió los efectos de la situación general del país, en 1809 el lugar fue ocupado por las tropas francesas, sufrió un grave incendio mientras los monjes huían del establecimiento, esta situación de inseguridad se prolongó en el tiempo, mientras perduró la Guerra de la Independencia, con diversas ocupaciones de uno y otro bando en conflicto. Sufrió también exclaustraciones temporales durante el Trienio Liberal (1820-23) y la desaparición definitiva como centro monástico en 1835. Después de un largo período de abandono, en el último cuarto del siglo XX empezaron las restauraciones, acompañadas de los estudios arqueológicos. Se conserva un notable conjunto de construcciones, parte del gran complejo monástico que había sido.