Canónica de Saint-Salvi de Albi

La presencia de la canónica está confirmada en la primera mitad del siglo X, ocupando una iglesia inicialmente dedicada a san Saturnino, que se había levantado en una antigua necrópolis romana y que formaba parte del antiguo espacio monástico, en el siglo VII, la capilla cambió la advocación, adoptando la de san Salvio. La casa monástica se desarrolló gracias al apoyo de la nobleza local, seguramente la comunidad era heredera del antiguo monasterio que habría tenido continuidad. El establecimiento tuvo un lugar preeminente dentro de la ciudad y se convirtió en un espacio de sepultura de los obispos de la diócesis. La catedral de Sainte-Cécile tenía su propia comunidad de canónigos y ésta estaba, en cierta forma, bajo la tutela del obispo. La nobleza había ejercido su influencia y poder sobre la comunidad y ésta fue la beneficiaria de la situación.

Fue una época de esplendor para las dos comunidades, que eran rivales, lo que desató sucesivos episodios de enfrentamiento, como el que tuvo lugar durante el entierro del obispo Guillem Peire (1230) que enfrentó físicamente a los canónigos de Sainte-Cécile y los de Saint-Salvi durante la ceremonia, algo que tuvo que solucionarse con un arbitraje, que dejó finalmente los restos del prelado en la catedral. La canónica de Sainte-Cécile se secularizó a finales del siglo XIII, mientras que ésta de Saint-Salvi continuó con el régimen regular hasta 1527, fecha en la que también se secularizó.